Las necesidades de los martes
Mis semanas comienzan los martes. Porque los lunes son como una semana completa para mí. Hoy es martes, y cuando pienso en lo que hice ayer me parece tan lejano, como si muchos días hubieran pasado entre mi lunes y mi martes. Por eso, cada martes es un renacimiento. Porque tengo un tiempo (que en otros días no tengo) para revisarme, para toparme conmigo, para sentirme fatigada o abrumada y planear las cosas que debería estar haciendo en lugar de sólo pensar en ellas. Es como un fin de año en que se hacen promesas que el devenir convertirá en viento. También por eso son duros, pesados; a veces, me visitan ideas grandiosas, otras, brillan por su ausencia. A veces, me aflijo más de la cuenta y otras, me lleno de una energía misteriosa que no sé a qué obedece, porque cuando analizo las cosas, me doy cuenta que las circunstancias no han cambiado. Me pregunto cómo se puede ir de un ánimo lúgubre a una euforia mental, sin estados intermedios, sin que medien razones lógicas. Por lo visto, sólo a los locos les pasa. Pero eso no me sorprende.
13-09-05

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