Querido Diario
I
Querido Diario:
XXX XXX XXX X
XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
XXX XXX XXX X
XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
XXX XXX XXX X
XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
XXX XXX XXX X
XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
Lizzy
Querida Lizzy:
Sé que nunca leerás esto, pero no puedo dejar de
expresarlo; lo necesito para desahogarme. ¿Cuándo carrizo vas a dejar de
escribirme tanta estupidez? ¿Qué te hace pensar que me interesan tus cosas?
¿Por qué, en vez de ponerte a hacer algo productivo, como estudiar matemáticas,
-materia en la que vas tan mal y que tus padres no saben aún que raspaste este
lapso- no paras de anotar tantas tonterías en mis delicadas páginas? ¿Crees
acaso que no me canso de ser el soporte de tus dudas, tus frustraciones, tus
deseos íntimos y tus secretos?
Si supieras cuánto anhelo una mente
analítica, pensante, que ponga sobre mis hojas historias, poesía,
acontecimientos relevantes y no esta sarta de episodios juveniles que a nadie
más importan sino a ti. ¡Cómo me gustaría echarte en cara tu necedad!
¿Cómo puedes pensar que me importa tu primer beso, la
fiesta de Ángel, que peleaste con tu mejor amiga, Adriana, porque le hacía
ojitos a Julián, a quien te has pasado todo el año tratando de echarle el
guante sin que te haga el menor caso? ¿De dónde sacaste la idea de que escribir
un diario es relatar hasta la más mínima espinilla que te ha salido esta
semana? ¿No te da pena anotar tantas idioteces? Imagino que sí, ya que me
tienes tan escondido.
¡Ah! Si supieras lo que yo sé. Cómo
disfrutaría contándote que tu primo Héctor ha encontrado mi guarida y ha pasado
horas burlándose de tus cándidas confesiones. Cuánta felicidad embargaría mis
páginas si pudiera ver tu expresión bobalicona ante semejante descubrimiento.
Pero es que eres tan tonta que no puedes darte cuenta. Y cuando tu primo bromea
sobre tus supuestos secretos, te horrorizas y le echas la culpa a tu ex mejor
amiga, Adriana, porque ¿quién sino ella sabría esas cosas? Y se te olvida que
has dejado testimonio de cada una de tus infantiles “proezas”.
¡Oh! ¡Vaya un cruel destino el que
me ha tocado! Cómo quisiera ser, aunque fuese una libreta de Geografía. En mala
hora caí en tus manos, Lizzy. ¡García Márquez: ven y rescátame!
Tu querido diario
II
Ya no Tan Querida Lizzy:
Cualquier cosa hubiera sido preferible a este
tormento: ser la libreta de anotaciones de un abasto; la agenda negra de un
playboy; la libreta de teléfonos de un periodista; el primer cuaderno de un
niño pequeño que a fuerza de torpes trazos descubre las maravillas de la
escritura; hasta un cuaderno cuadriculado en que los números no dieran paso a
las letras… Todo sería mejor que esta cantaleta de niña mimada, insufrible y
fatua.
Ya que soy un diario, ¿por qué no ser el de un
asesino, que relate con señas cada uno de sus actos atroces, justificándolos
con la más inefable locura…? Yo aceptaría escudriñar en su alma perversa, me
nutriría de sus experiencias y acabaría convertido en best-seller. Pero no. Mi
desafortunado sino me trajo a las manos de esta innoble niña que abusa de mi
paciencia, de mis finas hojas de hilo, de mis delicados márgenes, corrompiendo
mi naturaleza con las peripecias de sus frivolidades, de su insensatez.
Tiemblo cada vez que abres mis solapas y comienzas a
enumerar tus banalidades sobre mis acongojadas páginas.
¡Oh, oh! Aquí vienes otra vez. ¡Y estás llorando!
¿Qué nuevo capricho te habrán negado tus padres? ¿Qué insano deseo se habrán
negado a cumplir?
¡Oh, no! ¿Cómo te atreves a salpicar con tus lágrimas
mis hojas, a hundir tu mocosa nariz en mi atribulado cuerpo?
¿Ahora qué? Julián se empató con Adriana. ¡Vaya! ¡Qué
sorpresa! ¡Es que eso era obvio, muchacha! ¿Cómo puedes ser tan ciega?
¡Ay! ¿Cómo osas lanzarme contra el piso? ¿Acaso soy
yo el culpable de tu acné en plena ebullición?
Tu querido diario
III
Cada Vez Menos Querida Lizzy:
Tienes días que no asomas la nariz.
¿En qué andarás, muchacha insensata? Claro, estás de vacaciones. No tienes
tiempo para dedicarle a tu querido diario. Estás de rumba en rumba, de la playa
a la montaña, de un lado a otro, disfrutando tu vagancia. Y yo aquí.
Aprisionado bajo la almohada, como si hubiese sido yo el que raspó dos
materias.
Pero es bastante atribuible a tu naturaleza tal
actitud. Yo estoy ahí para los días de escuela, aburridos, molestos, en los que
cualquier excusa es buena para no repasar Historia, ni hacer los deberes de
Castellano. ¡Claro! Ahí está tu “querido diario” para que tus papás te vean
escribiendo algo, aunque no tengan idea de qué, camufladas mis solapas con el
libro de Inglés. ¡Tamaña desvergüenza!
Pero, a decir verdad, no te extraño.
Antes bien, disfruto tu ausencia y distraigo estas largas horas de abandono
imaginando que, por inexplicables giros del destino, Cabrujas ha venido a
salvarme. O Sartre, o Alejandro Dumás.
¡Qué hermoso fue el sueño en que me
veía yo en aquel bohío cubano, trajinadas mis hojas y escritas hasta en los
márgenes por Ernest Hemingway! Y hasta aluciné la historia que me estaría
regalando: una nueva versión de El Viejo y el Mar, adaptada a los nuevos
tiempos. Ahora el pez enorme era un submarino que Jacques Cousteau le había
pasado el dato de su ubicación en el océano… Bueno, confieso que aquí di al
traste con Hemingway… Creo que de algún modo, tu cercanía me ha contagiado de
superficialidad. Ni yo mismo soy capaz de crear algo que valga la pena.
Pero, si a ver vamos, es natural; mi
condición de diario me hace sólo receptor de las ideas, no tengo que inventar
yo mismo lo que vaya a quedar plasmado en mis páginas. Pero es que tú no ayudas
mucho, sinceramente.
Sólo espero que tus vacaciones se
prolonguen y pueda yo seguir alimentándome de fantasías, pues, al menos, las
mías son más interesantes que las tuyas.
Tu Querido Diario
IV
Cada Vez Más Lejos de lo que es Ser Querida Lizzy:
¡Se acabó la paz! ¡Has vuelto! Y has
venido derechito a derramar sobre mí en chorros inclementes toda cosa a tu
juicio extraordinaria que te aconteció.
¡Volvemos a las andadas!
Tu querido diario
V
Definitivamente No Querida Lizzy:
¿Así que estás próxima a graduarte?
Si supieran tus padres lo que tuviste que hacer con el profe de Historia para
alcanzar el escurridizo punto que marcaba la diferencia entre recibir el
diploma con tus compañeros y quedarte en casa castigada por un año.
Tu querido diario
VI
Antónimo Ambulante de la Palabra “Querida” (Lizzy):
Cuantas más cuartillas escribes, más
me convenzo de que eres un insulto a mi inteligencia. Cada renglón es una
herida mortal que infliges en mi vapuleada humanidad. Con cada palabra mal
escrita me pongo en los zapatos de Andrés Bello y acabo huyendo descalzo. Estoy
seguro de que si Simón Rodríguez resucitara, ¡se volvería a morir por tu
culpa! Cada corazoncito sobre la i
destruye mi esperanza de un futuro mejor.
No concibo un destino más horrible que
el mío.
Tu querido diario
VII
Lizzy:
Últimamente, me ha dado por creer en
la reencarnación. Esta tortura contigo es sólo un breve tránsito. Pronto
reencarnaré en un Atlas y haré una vida nueva con una novela de Dostoievsky y
tendremos una enciclopedia de varios tomos y seremos felices por toda la vida
en nuestros cómodos aposentos, los anaqueles de la Biblioteca Nacional. Y ya ni
me acordaré de que a tu lado me sentía como la Biblia en manos de un hereje,
porque estaré entonces clasificado, codificado, con mi propio ISBN y nunca más
anónimo, formando parte del patrimonio cultural de la Nación.
Tu querido diario
P.D.: Tal vez
hasta tenga un affaire con una enciclopedia multimedia.
Marianella
Alonzo A.
2002

0 Comments:
Post a Comment
<< Home