Tuesday, May 29, 2012

Querido Diario


I
Querido Diario:
XXX XXX XXX X XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
XXX XXX XXX X XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
XXX XXX XXX X XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
XXX XXX XXX X XXXXX XXXX XXXX XXXXXXX XXXX XXXX XXXXX
Lizzy
Querida Lizzy:
Sé que nunca leerás esto, pero no puedo dejar de expresarlo; lo necesito para desahogarme. ¿Cuándo carrizo vas a dejar de escribirme tanta estupidez? ¿Qué te hace pensar que me interesan tus cosas? ¿Por qué, en vez de ponerte a hacer algo productivo, como estudiar matemáticas, -materia en la que vas tan mal y que tus padres no saben aún que raspaste este lapso- no paras de anotar tantas tonterías en mis delicadas páginas? ¿Crees acaso que no me canso de ser el soporte de tus dudas, tus frustraciones, tus deseos íntimos y tus secretos?
            Si supieras cuánto anhelo una mente analítica, pensante, que ponga sobre mis hojas historias, poesía, acontecimientos relevantes y no esta sarta de episodios juveniles que a nadie más importan sino a ti. ¡Cómo me gustaría echarte en cara tu necedad!
¿Cómo puedes pensar que me importa tu primer beso, la fiesta de Ángel, que peleaste con tu mejor amiga, Adriana, porque le hacía ojitos a Julián, a quien te has pasado todo el año tratando de echarle el guante sin que te haga el menor caso? ¿De dónde sacaste la idea de que escribir un diario es relatar hasta la más mínima espinilla que te ha salido esta semana? ¿No te da pena anotar tantas idioteces? Imagino que sí, ya que me tienes tan escondido.
            ¡Ah! Si supieras lo que yo sé. Cómo disfrutaría contándote que tu primo Héctor ha encontrado mi guarida y ha pasado horas burlándose de tus cándidas confesiones. Cuánta felicidad embargaría mis páginas si pudiera ver tu expresión bobalicona ante semejante descubrimiento. Pero es que eres tan tonta que no puedes darte cuenta. Y cuando tu primo bromea sobre tus supuestos secretos, te horrorizas y le echas la culpa a tu ex mejor amiga, Adriana, porque ¿quién sino ella sabría esas cosas? Y se te olvida que has dejado testimonio de cada una de tus infantiles “proezas”.
            ¡Oh! ¡Vaya un cruel destino el que me ha tocado! Cómo quisiera ser, aunque fuese una libreta de Geografía. En mala hora caí en tus manos, Lizzy. ¡García Márquez: ven y rescátame!

Tu querido diario
II
Ya no Tan Querida Lizzy:
Cualquier cosa hubiera sido preferible a este tormento: ser la libreta de anotaciones de un abasto; la agenda negra de un playboy; la libreta de teléfonos de un periodista; el primer cuaderno de un niño pequeño que a fuerza de torpes trazos descubre las maravillas de la escritura; hasta un cuaderno cuadriculado en que los números no dieran paso a las letras… Todo sería mejor que esta cantaleta de niña mimada, insufrible y fatua.
Ya que soy un diario, ¿por qué no ser el de un asesino, que relate con señas cada uno de sus actos atroces, justificándolos con la más inefable locura…? Yo aceptaría escudriñar en su alma perversa, me nutriría de sus experiencias y acabaría convertido en best-seller. Pero no. Mi desafortunado sino me trajo a las manos de esta innoble niña que abusa de mi paciencia, de mis finas hojas de hilo, de mis delicados márgenes, corrompiendo mi naturaleza con las peripecias de sus frivolidades, de su insensatez.
Tiemblo cada vez que abres mis solapas y comienzas a enumerar tus banalidades sobre mis acongojadas páginas.
¡Oh, oh! Aquí vienes otra vez. ¡Y estás llorando! ¿Qué nuevo capricho te habrán negado tus padres? ¿Qué insano deseo se habrán negado a cumplir?
¡Oh, no! ¿Cómo te atreves a salpicar con tus lágrimas mis hojas, a hundir tu mocosa nariz en mi atribulado cuerpo?
¿Ahora qué? Julián se empató con Adriana. ¡Vaya! ¡Qué sorpresa! ¡Es que eso era obvio, muchacha! ¿Cómo puedes ser tan ciega?
¡Ay! ¿Cómo osas lanzarme contra el piso? ¿Acaso soy yo el culpable de tu acné en plena ebullición?
Tu querido diario
III
Cada Vez Menos Querida Lizzy:
            Tienes días que no asomas la nariz. ¿En qué andarás, muchacha insensata? Claro, estás de vacaciones. No tienes tiempo para dedicarle a tu querido diario. Estás de rumba en rumba, de la playa a la montaña, de un lado a otro, disfrutando tu vagancia. Y yo aquí. Aprisionado bajo la almohada, como si hubiese sido yo el que raspó dos materias.
Pero es bastante atribuible a tu naturaleza tal actitud. Yo estoy ahí para los días de escuela, aburridos, molestos, en los que cualquier excusa es buena para no repasar Historia, ni hacer los deberes de Castellano. ¡Claro! Ahí está tu “querido diario” para que tus papás te vean escribiendo algo, aunque no tengan idea de qué, camufladas mis solapas con el libro de Inglés. ¡Tamaña desvergüenza!
            Pero, a decir verdad, no te extraño. Antes bien, disfruto tu ausencia y distraigo estas largas horas de abandono imaginando que, por inexplicables giros del destino, Cabrujas ha venido a salvarme. O Sartre, o Alejandro Dumás.
            ¡Qué hermoso fue el sueño en que me veía yo en aquel bohío cubano, trajinadas mis hojas y escritas hasta en los márgenes por Ernest Hemingway! Y hasta aluciné la historia que me estaría regalando: una nueva versión de El Viejo y el Mar, adaptada a los nuevos tiempos. Ahora el pez enorme era un submarino que Jacques Cousteau le había pasado el dato de su ubicación en el océano… Bueno, confieso que aquí di al traste con Hemingway… Creo que de algún modo, tu cercanía me ha contagiado de superficialidad. Ni yo mismo soy capaz de crear algo que valga la pena.
            Pero, si a ver vamos, es natural; mi condición de diario me hace sólo receptor de las ideas, no tengo que inventar yo mismo lo que vaya a quedar plasmado en mis páginas. Pero es que tú no ayudas mucho, sinceramente.
            Sólo espero que tus vacaciones se prolonguen y pueda yo seguir alimentándome de fantasías, pues, al menos, las mías son más interesantes que las tuyas.
Tu Querido Diario
IV
Cada Vez Más Lejos de lo que es Ser Querida Lizzy:
            ¡Se acabó la paz! ¡Has vuelto! Y has venido derechito a derramar sobre mí en chorros inclementes toda cosa a tu juicio extraordinaria que te aconteció.
            ¡Volvemos a las andadas!
Tu querido diario
V
Definitivamente No Querida Lizzy:
            ¿Así que estás próxima a graduarte? Si supieran tus padres lo que tuviste que hacer con el profe de Historia para alcanzar el escurridizo punto que marcaba la diferencia entre recibir el diploma con tus compañeros y quedarte en casa castigada por un año.
Tu querido diario
VI
Antónimo Ambulante de la Palabra “Querida” (Lizzy):
            Cuantas más cuartillas escribes, más me convenzo de que eres un insulto a mi inteligencia. Cada renglón es una herida mortal que infliges en mi vapuleada humanidad. Con cada palabra mal escrita me pongo en los zapatos de Andrés Bello y acabo huyendo descalzo. Estoy seguro de que si Simón Rodríguez resucitara, ¡se volvería a morir por tu culpa!  Cada corazoncito sobre la i destruye mi esperanza de un futuro mejor.
            No concibo un destino más horrible que el mío.
Tu querido diario
VII
Lizzy:
            Últimamente, me ha dado por creer en la reencarnación. Esta tortura contigo es sólo un breve tránsito. Pronto reencarnaré en un Atlas y haré una vida nueva con una novela de Dostoievsky y tendremos una enciclopedia de varios tomos y seremos felices por toda la vida en nuestros cómodos aposentos, los anaqueles de la Biblioteca Nacional. Y ya ni me acordaré de que a tu lado me sentía como la Biblia en manos de un hereje, porque estaré entonces clasificado, codificado, con mi propio ISBN y nunca más anónimo, formando parte del patrimonio cultural de la Nación.
Tu querido diario
P.D.: Tal vez hasta tenga un affaire con una enciclopedia multimedia.
Marianella Alonzo A.
2002